viernes, 12 de febrero de 2010

SENTENCIA

Tuve que entrar por la cerradura
Al recinto donde yace mi alma
Y un mar de precauciones tibias,
De sigilosa naturaleza,
Conminaron la intranquilidad
Con la que el ánima se divertía.
Advertirla así desnuda,
Tan frágil y desentendida,
Me culpo de sus penurias,
Del alimento rancio,
Y de las noches sin días.
Ahora solo queda cerrar los ojos
Y llorar en silencio
La culpabilidad de mi desidia.


Federico Scollo. Caballito. 13-02-2010.

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